Se dice que en 1884 el Papa León XIII tuvo una visión en la que vio a Satanás y a sus demonios desafiando a Dios. Vio aparecer a Miguel y lanzar a Satanás y sus legiones en el abismo.
El Papa llamó a su secretario y le entregó una hoja de papel para que la enviara a todos los obispos del mundo. Decía que la oración que había escrito tenía que ser recitada después de cada misa.
«San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y las asechanzas
del demonio.
Que Dios le reprima, es nuestra humilde súplica;
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial,
con la fuerza que Dios te ha dado, arroja al infierno
a Satanás y a los demás espíritus malignos
que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén.»
Aunque más tarde el mandato de recitar la oración al terminar la misa fue revocado, continúa a manera de devoción personal.
Otras oraciones para San Miguel Arcángel son la Oración para pedir la protección del cielo, los ensalmos a San Miguel Arcángel y la Oración al Arcángel Miguel, Glorioso Príncipe del Cielo.