Cuenta la historia que San Miguel Arcángel se le apareció a Constantino y le dijo: «Soy Miguel, el jefe de los ejércitos angélicos de Dios, protector de la religión cristiana, quien mientras batallabas en contra de los tiranos sin Dios, puso las armas en tus manos.»
Como ofrenda de gratitud, Constantino ordenó construir un templo para San Miguel Arcángel llamado el Mikaelion. A este templo acudieron muchos peregrinos enfermos, que tras pedir la intercesión del San Miguel Arcángel, fueron curados. Algunas versiones cuentan que también Constantino se sanó de una enfermedad por intercesión de San Miguel.